Historia Patria Dominicana. PRIMEROS GOBIERNOS DE LA 2DA. REPUBLICA DOMINICANA. (1865-1874
PRIMEROS GOBIERNOS DE LA 2DA. REPUBLICA DOMINICANA. (1865-1874
Pedro Antonio Pimentel nació en 1830 en la localidad de Lozano, municipio de Castañuelas, Montecristi. Era hijo de Jacinto Pimentel y Juana Chamorro. Gregorio Luperon lo definió como un hombre "rebelde a la disciplina, perezoso al gabinete, pero audaz y previsor en la guerra restauradora.
Su vida pública se inicia con una valiente participación en Capotillo. Era ganadero y poseía una importante fortuna. Ocupó diversos puestos en la vida pública, desde múltiples funciones militares hasta presidente de la República. Fue preso en 1863, junto a Lucas Evangelistas y otros al fracasar el primer intento revolucionario contra la Anexión a España.
Se escapó de la cárcel y se refugió en Haití. Al producirse el Grito de Capotillo se integró decididamente a las luchas restauradoras participando en forma destacada en las principales acciones bélicas.
Más tarde fue designado General en Jefe de las "Fuerzas del Este" y desde allí trasladado a la Línea Noroeste como "Delegado Jefe de Operaciones" en esa región. El 10 de febrero de 1864 fue nombrado gobernador de Santiago e inmediatamente partió a combatir, en Puerto Plata, en auxilio de Gaspar Polanco que perseguía las tropas españolas en retirada hacia ese puerto de mar. En enero de 1865 fue designado Ministro de Guerra y elegido diputado por Santiago a la Asamblea Nacional que se reuniría dentro del territorio controlado por los restauradores.
Presidencia constitucional
La Junta Provisional Gubernativa restauradora en enero de 1865, declaró en vigor la Constitución de Moca de 1858, hasta que se reuniera el 27 de febrero de 1865 una Convención Nacional que redactaría un nuevo texto constitucional, para luego escoger el Presidente Constitucional de la República.
Una vez constituida la Convención Nacional, esta puso en vigor la Constitución liberal de Moca, la cual fue proclamada y se procedió a elegir al general Pimentel Chamorro, nuevo Presidente de la República el 25 de marzo de 1865. Una de sus primeras medidas fue la designación de un consejo de guerra para que fuera juzgado el ex presidente Gaspar Polanco y su gabinete.
Su gobierno lo ejerció con la autoridad y energía propias de su carácter incurriendo, a veces, en excesos de arbitrariedad y despotismo carentes de intención dañina o de perversidad; por el contrario, como una expresión de celo en el cumplimiento de sus deberes en el ejercicio de la autoridad que en momentos difíciles había sido puesta en sus manos.
El Presidente Pimentel presentó su renuncia a la Presidencia de la República el 13 de agosto de 1865 en Santiago. Tomó la decisión al enterarse que en Santo Domingo, los generales José María Cabral y Eusebio Manzueta, dirigían un plan golpista. El Jefe del Estado tuvo la información de que José María Cabral, había sido proclamado en la Capital Jefe Supremo con el título de “Protector”, a fin de establecer un nuevo gobierno y votar una nueva Constitución. En su mandato concluyó la Guerra Restauradora.
Después de irse los ocupantes, José María Cabral derrocó a Pedro Antonio Pimentel que ejercía el gobierno desde Santiago. El general José María Cabral que ocupaba el Poder Ejecutivo con el título de Protector, no solamente no opuso resistencia ni obstáculo alguno a esta rebelión, sino que aceptó complacido el trasladarse a Curazao a participarle a su antiguo jefe el general Buenaventura Báez su elección presidencial, presidiendo la comitiva oficial que fue a buscarlo.
Guillermo, como jefe revolucionario, como rudo hombre de armas, acalló las protestas de algunos miembros del Congreso Nacional por medio de amenazas, y logró, no solamente que se abreviara la elección de Buenaventura Báez, sino que lo nombraran a él mismo Encargado del Poder Ejecutivo mientras llegara el elegido. El 15 de noviembre de 1865, por medio de una proclama, dijo a la República: "La Asamblea Nacional acaba de encargarme provisionalmente la dirección del Poder Ejecutivo, mientras el ciudadano General Buenaventura Báez. Presidente electo, preste juramento y tome posesión de su destino." Teniendo por mediadores a Calixto María Pina y al General Jacinto de la Concha, se comprometió a conservar el poder, para hacer entrega del mismo al general Buenaventura Báez.
Desde esa posición creó las condiciones para el regreso de Buenaventura Báez al poder. Su gobierno tuvo un carácter provisional y toda la energía de este gobernante estuvo centrada en luchar para que Buenaventura Báez retornara al poder. Hasta el día 8 de Diciembre estuvo Guillermo al frente de los supremos destinos nacionales. Nombró su ministerio o consejo de secretarios de estado, y entre ellos figuró como encargado de la cartera de Relaciones Exteriores el General Manuel Rodríguez Objío, significado partidario de Báez, quien actuó como tal durante la provisionalidad del rudo militar levantino.
Posesionado Buenaventura Báez de la Presidencia de la República el 8 de Diciembre de 1865, intentó desenvainar su espada para agredir a Fernando Arturo de Meriño, el que desde el Senado acusaba al entrante de estar huyendo por playas extranjeras mientras los dominicanos derramaban por su sangre contra España. Entregó en presencia de la Suprema Corte de Justicia, Asamblea Nacional, Alto Clero y Cuerpo Diplomático, en el Palacio Nacional.
Guillermo se retiró a su Hato de la Rodada, coronado ahora como la figura principal de la situación en toda la comarca oriental, aunque su influencia se prolongaba de manera insensible en el gobierno regional, pues no era político ni sabía de eso. Prosiguió la crianza de su ganado porcino y vacuno y el honrado modo de vivir que siempre prefirió. Fue nombrado por Buenaventura Báez como Delegado del Gobierno en la provincia de el Seibo.
Tan pronto como estalló la insurrección en el Cibao en contra del Gobierno, acudió a Santo Domingo a ponerse a las órdenes de éste. Meses después, José María Cabral derrocó a Buenaventura Báez y volvió a ocupar la Presidencia de la República. A inicios de 1866, el general Pedro Guillermo volvió a alzarse en Hato Mayor del Rey, en contra de José María Cabral.
Intentó asilarse en el Consulado de Francia en la ciudad de Santo Domingo, de donde gestionó un permiso para embarcarse rumbo al extranjero; pero el solicitado permiso le fue negado por el Subdelegado del Triunvirato en la Capital, señor don Tomas Bobadilla el de junio de 1866 y como el día siguiente el mismo funcionario ejecutivo manifestó que el Gobierno había resuelto extraer por la fuerza a los asilados, cosa que felizmente no se realizó, Pedro Guillermo decidió fugarse del Consulado, el 11 de junio de 1866, y buscar refugio en las cavernas del Espino, en la sección del Salado, en jurisdicción de la común de Higuey bajo la protección del Gral. Manuel Duran donde permaneció hasta que el jefe comunal de la mencionada villa le avisó secretamente que le habían denunciado su escondite.
El 25 de Septiembre de 1866, Eugenio Miches informa al Gobierno la movilización de tropas no era conveniente porque desertaría, yéndose a sus casas, y de ellas se nutre Guillermo cuando los alcaldes pedáneos persiguen a los desertores.
La situación del héroe independentista y restaurador hatomayorense fue muy adversa. El 20 de enero 1867 tiroteó, la población de Hato Mayor, y pocos días después, Francisco Suero, único conocedor del escondite, traiciona a Pedro no delatándolo, sino que lo masacró mientras dormía a golpes y heridas. Fue capturado por una ronda al mando del coronel Genaro Díaz, recibiendo dos heridas de armas de fuego cuando, al ser asaltado, trató de escapar. Se le acusó de perturbador del orden público en la común de Hato Mayor del Rey y de rebelarse contra la autoridad legítima.
Trasladado al El Seibó, fue avisado el Superior Gobierno de su captura. El 13 de febrero de 1867, este tribunal dictó sentencia condenando a la pena de muerte al general Pedro Guillermo y a sus seguidores, los oficiales José Mota y Secundino Belén. Otros conjurados tuvieron más suerte y fueron condenados a prisión. Ni el gobernador de la Provincia General Eugenio Miches, ni el Consejo de Guerra ordinario de la Provincia quisieron cargar con la responsabilidad de su muerte. En vista de ello, José María Cabral dio plenos poderes al general Manuel Rodríguez Objío para que se trasladase al el Seibó y actuara en consecuencia. Se instaló, bajo la presidencia de Rodríguez Objío, un Consejo de Guerra Especial. Rodríguez Objío llenó a cabalidad su cometido. Guillermo hizo su testamento antes de marchar al patíbulo, siendo fusilado el 18 de febrero de 1867 demostrando en todo momento serenidad y valor. Desde 1855 no presenciaba en Santa Cruz del Seibó esas tristes escenas. El general José Caminero dirigió el pelotón de fusilamiento, en pleno cementerio de El Seibó. Su cuerpo lo inhumaron sin un merecido ataúd.
Su hijo Cesáreo Guillermo, condenado a la misma pena, se salvó de la ejecución por ser menor de edad. Con su muerte, Pedro Guillermo se convirtió en el segundo exmandatario dominicano que muere fusilado, el primero fue José Antonio Salcedo, quien fue ejecutado el 5 de noviembre de 1864.
Retorno a la Presidencia
Báez renunció a su rango en el ejército español solo después que las tropas peninsulares abandonaron la isla, y ponderó que su apoyo al gobierno español había sido un error que lo mantendría alejado del país por largo tiempo. Se instaló en curazao para esperar pacientemente el desenvolvimiento de los acontecimientos, de seguro calculando que a la larga, contaba con factores a su favor pese a su error. Lo primero que debió sopesar es que, desaparecido Santana, no había otro dirigente con experiencia capaz de reunir fuerzas para instaurar un gobierno estable. En medio de la irrupción desordenada de los caudillos, a secuela de la Restauración, podía esperar que entre ellos siguieran aflorando conflictos que, más tarde o más temprano, rescatarían la vigencia de su persona.
Los generales de la Restauración, en efecto, carecían de cohesión y de un proyecto acabado de gobierno. Esto le dio lugar a una corriente liberal que adoptó el nombre de Partido Nacional, aunque no era un verdadero partido en sentido como hoy se entiende, y fue conocida como partido Azul. Se proponían instaurar un régimen democrático institucionalizado que garantizara la soberanía nacional y la marcha del país hacia el progreso. Las concepciones de los liberales chocaban de frente con las aspiraciones personales de Báez. Sin embargo, en un principio, no estaban del todo deslindadas las posiciones, lo que explica que varios generales restauradores del Este seguidores de Báez, encabezados por Pedro Guillermo, armaran en octubre de 1865 un movimiento para derrocar a Cabral, quien no los enfrentó, sino que aceptó traspasar la presidencia a su antiguo jefe Buenaventura Báez, a quien fue a buscar a Curazao en noviembre.
Recibe juramento constitucional el 8 de diciembre, de parte del
presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Arturo de Meriño.
En ese solemne acto, Meriño pronunció un punzante discurso cuyas palabras han
sido muy significativas para nuestra historia.
En dicho discurso Meriño expresa, entre otras cosas:
"Profundos e inescrutables secretos de la providencia!!
"Mientras vagabais por playas extranjeras, extraño a los grandes
acontecimientos verificados en nuestra patria; cuando parecía que estabais más
alejados del solio y que el poder supremo sería confiado a la diestra
victoriosa de algunos de los adalides de la independencia o la Restauración....
tienen lugar en este país sucesos extraordirios...
"Vuestra estrella se levanta sobre los horizontes de la República y se os
llama a ocupar la silla de la Primera Magistratura. Tan inesperado
acontecimiento tiene aún atónitos a muchos que contemplan!!
Empero, yo sólo debo hablaros el lenguaje franco de la verdad que he sido como voz aleccionado en la escuela del infortunio, en la que se estudian con provechos las raras vicisitudes de la vida, no prescindirá de deciros que no os alucinéis por ello, que EN UN PUEBLO COMO EL NUESTRO, VALIENDOME DE LA EXPRESION DE UN ORADOR AMERICANO, TAN FACIL ES PASAR DEL DESTIERRO AL SOLIO, COMO DESCENDER DE ESTE ANTE LA BARRA DE SENADO!"
Meriño
termina su histórica pieza literaria expresando:
"Concluyo,
ciudadano Presidente: quedáis sometido a una dura prueba. Si durante el período
administrativo que os señala la constitución, lográis, como lo espero,
proporcionar el bien al país, de todos será la satisfacción, de vos
especialmente la gloria".
La popularidad de Báez se recuperó con facilidad, ya que el sentir del pueblo no tomó en cuenta su anterior adhesión a España. Desde luego en todo momento Báez se preocupó de retroalimentar la imagen de que era un protector del pueblo de los liberales azules, quienes concedieron prioridad a la protección de la elite comercial, sector al que veían generador del progreso.
Guerra con los Azules
En 1866 todavía no se había recuperado del todo la preeminencia de
Báez a causa de que la mayor parte de los generales de la Restauración
-principal sector dirigente de los asuntos públicos- no habían tenido
participación previa en la política nacional y, por ende, no habían sido
baecistas. Esta situación permitió que alguno de los
Gregorio Luperón (Jefe azules)
Prohombres de la Restauración se coaligaran contra Báez, al parecer porque calibraron que trabajaba para adquirir prerrogativas absolutas. Primeramente Cabral marchó al exterior, se pronunció contra el gobierno y preparó una expedición en Haití. Luperón desembarcó en Puerto Plata, donde el gobernador Manuel Rodríguez Objío dio la espalda al gobierno, y el movimiento se extendió por el Cibao. El gobierno se destinó a Pedro A. Pimentel, secretario de interior para aplastar la insurrección, pero al llegar al Cibao se cambió de bando. Báez cayó en pocos días y abandonó nuevamente el país. Esta vez duró en el poder alrededor de 5 meses, es decir hasta mayo del 1866.
Más adelante en el partido baecista hubo ciertos roces, para restar divergencias entre los liberales se designó un triunvirato provisional, pero finalmente la presidencia recayó en cabral, el más influyente de los tres generales. El país se dividió entre los que gritaban “Viva Báez” y quienes se le oponían. Se retomaron los colores rojo y azul, usados en la guerra civil del 1857 y 1858.A pesar de contar con gran parte de los intelectuales, la ineptitud de los Azules en el manejo de los asuntos públicos fue aprovechada por Báez. En poco tiempo tuvo la adhesión de casi todos los caudillos que participaron en la Restauración. El retorno de Báez era un reclamo de la mayoría de la población, por lo que los caudillos, que lo idolatraban, se levantaron en armas. En octubre de 1867 estalló una revuelta en Monte Cristy, dirigida por varios caudillos rojos, que ya no pudo ser contenida.
Los Seis Años de Báez
El 2 de mayo del año 1868 se inaugura el Gobierno de los Seis Años
de Báez, el cual se extiende hasta 1874.
En este período Báez acentúa su ideología anexionista, que llevaba consigo y que
había manifestado de una u otra forma, en otras oportunidades. El gobierno de
Báez comienza a comprometer la soberanía del país, a través del Empréstito
Hartmont con la casa que lleva el mismo nombre, y que estaba radicada en
Londres el cual ascendía a una suma de 420.000 Libras Esterlinas.
Este gobierno de Báez se caracterizó por una fuerte represión y terror, con el
objetivo de aniquilar a los opositores, a los "azules", y así poner
en marcha el punto principal del programa de su gobierno: la anexión de la
República a los Estados Unidos de América. Báez intentó anexar la República a
los Estados Unidos en el año 1871, y a cambio de la misma pedía un millón y
medio de dólares.
Este plan fracasó, pues fue rechazado por el Congreso Norteamericano gracias a
la oposición encabezada por el senador liberal Charles Summer, no obstante el
gran esfuerzo desplegado por el Presidente norteamericano, el General Ulises
Grant y un grupo de sus más cercanos colaboradores. Sin embargo, no sólo
debemos atribuirle al Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, el que no
se haya llevado a cabo dicho acto antipatriótico, sino también, y con mucho más
razón, a la actitud decidida que tenía el pueblo dominicano, encabezado por un
grupo de patriotas, como eran Cabral, Luperón y Pimentel, los cuales, desde que
Báez se propuso vender la Bahía de Samaná, comenzaron a gestar un movimiento
patriótico con el objetivo de impedirlo, y, principio de junio del mismo 1868,
comenzó a circular una "Proclama" que llamaba a las armas en contra
del gobierno de Báez, para impedir dicha negociación.
La aludida "Proclama" al final expresaba que: "Báez es el
verdadero causante, será por consiguiente el responsable de la sangre que una
vez más empape el suelo de la Patria ¡Vivan todos los héroes de la
Restauración! Este será el grito que darán las primeras y todas las
guerrillas;...".
Sin embargo, el proyecto de venta o arrendamiento de la Bahía de Samaná, no era
más que una forma de cubrirse, para el caso de que no fuera posible el plan
principal, que era la anexión.
En la medida que se incrementaban las gestiones y diligencias,
tanto en el país como en los Estados Unidos de Norteamérica, para avanzar las
negociaciones de la anexión, en esa misma medida se organizaban los patriotas
dominicanos para evitar la concretización de tan antipatriótico acto, de forma
tal, que la situación se le fue tornando tan difícil al gobierno de Báez, que
se vio en la necesidad de solicitar ayuda militar al gobierno norteamericano;
ayuda que le fue concedida, enviando dicho gobierno una flota naval que para la
época era bastante contundente.
Mientras en los Estados Unidos el Presidente Grant trataba de persuadir al
influyente senador Charles Summer, "en territorio dominicano la guerra
contra Báez continuaba con mayor crudeza. Las persecuciones del gobierno contra
sus opositores, las prisiones y vigilancia se hacían cada día más severas.
Apoyado en la presencia de los buques de guerra de la armada norteamericana en
aguas territoriales dominicanas y muchas veces atracados en sus puertos
naturales, el presidente dominicano y su camarilla esperaban con ansiedad la
decisión de las autoridades estadounidenses. Pero el caso dominicano se había
convertido, para esos momentos, en un escándalo internacional.*
Sepultado el proyecto de anexión en los Estados Unidos la situación del
gobierno de Báez entró en una etapa difícil. No valieron gestiones, ni cartas
del mismo Báez o de Gautier al presidente Grant u otros funcionarios del
gobierno estadounidense".*
Al presentarse esta situación, la guerra, tanto en el Sur como en la Línea
Noroeste, tomó mucho más fuerza. La ayuda del gobierno de Norteamérica se fue
retirando paulatinamente, de forma tal que para finales del año 1872 el
gobierno de Báez "había sido dejado a su suerte por la administración del
presidente Grant".
* Cfr. Euclides Gutiérrez Félix, “La Guerra de los Seis Años” Parte VI y XV, Periódico “El Nacional”, 24 de Abril de 1994.
Y es así como algunos de sus propios funcionarios le fueron dando la espalda,
de tal manera, que "el 25 de noviembre de 1873, en el Distrito Marítimo de
Puerto Plata, el general Ignacio María González, gobernador de esa demarcación,
iniciaba un levantamiento militar contra el gobierno baecista. Los jefes
militares y políticos de la región del Cibao Central, apoyaron de inmediato la
insurrección
del llamado "Movimiento Unionista", conformado por los más con
notados jefes del baecismo de la región norte y el Cibao"*
Se forma en Puerto Plata un Gobierno Provisional que queda presidido por el
General Ignacio María González, el cual, dicta, el 1ro. De diciembre, un
decreto desconociendo la autoridad de Báez y cualquier acto de carácter
político, administrativo o de otra naturaleza que emanara de su autoridad. El
levantamiento de los baecistas encabezado por Ignacio María González, vino a
poner fin a la larga pesadilla de sangre, dolor y luto que representó el
gobierno de los Seis Años del llamado "Partido Rojo". Báez, ante tal
realidad, y sin ninguna otra alternativa, se ve en la obligación de renunciar al
poder, hecho que se produce el 2 de enero de 1874.
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